Lo reconozco: el cambio me da miedo, me aterra y me emparanoia.
No obstante, siento su necesidá, la idea de no quedarme atascado, el seguir adelante, el saber que (aunque soy de los que piensan que más vale malo conocido que bueno por conocer) el futuro siempre es mejor que el pasado y que lo natural es que las cosas mejoren (aunque no por ello todo tenga que ser maravilloso y perfecto. Odio la perfección y la "maravillosidá", pero eso es otro pos.)
Puede parecer todo lo anterior un tanto contradictorio, y quizá lo sea no seré yo quien diga que no, pero creo que me define bastante bien.
¿Por qué nos aterra lo nuevo?
Quizá, y hablo por mí, con lo que tenemos ahora sabemos a lo que atenernos y sabemos (o creemos saber) más o menos lo que va a pasar. Con lo nuevo todo cambia y todo son conjeturas.
La experiencia me ha demostrado que, probablemente, lo que pase sea lo que menos nos esperemos que pase...
...en consecuencia, he tomado la determinación de no pensar en el futuro
Sé que no la cumpliré totalmente (me conozco) pero sé que algo cambiará.
Algo es algo
Estoy en pleno proceso de renovación...
Espero que no acabe nunca, ojalá nunca dejamos de cambiar
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario