miércoles, 24 de marzo de 2010

El miedo (y la necesidá) de cambio

Lo reconozco: el cambio me da miedo, me aterra y me emparanoia.

No obstante, siento su necesidá, la idea de no quedarme atascado, el seguir adelante, el saber que (aunque soy de los que piensan que más vale malo conocido que bueno por conocer) el futuro siempre es mejor que el pasado y que lo natural es que las cosas mejoren (aunque no por ello todo tenga que ser maravilloso y perfecto. Odio la perfección y la "maravillosidá", pero eso es otro pos.)

Puede parecer todo lo anterior un tanto contradictorio, y quizá lo sea no seré yo quien diga que no, pero creo que me define bastante bien.

¿Por qué nos aterra lo nuevo?

Quizá, y hablo por mí, con lo que tenemos ahora sabemos a lo que atenernos y sabemos (o creemos saber) más o menos lo que va a pasar. Con lo nuevo todo cambia y todo son conjeturas.

La experiencia me ha demostrado que, probablemente, lo que pase sea lo que menos nos esperemos que pase...

...en consecuencia, he tomado la determinación de no pensar en el futuro

Sé que no la cumpliré totalmente (me conozco) pero sé que algo cambiará.

Algo es algo

Estoy en pleno proceso de renovación...

Espero que no acabe nunca, ojalá nunca dejamos de cambiar

lunes, 15 de marzo de 2010

La contagiosa alegría de vivir

La contagiosa alegría de vivir

Empiezo a escribir este blog sin idea de continuidá y, posiblemente, lo acabe dejando a la mitá (o al principio), pero últimamente está acaeciendo una serie de cambios (positivos) en mi existencia y creo merecen ser compartidos.

Tengo últimamente la sensación de que todo va bien, de que lo que va mal puede ir a mejor y de que lo que ya está bien puede incluso mejorar. 
Tengo un nivel de estrés en el límite justo entre el "tirarme de los pelos" y la "calma chicha", lo cual me permite seguir trabajando sin que peligre mi salú mental.
Tengo la sensación de sentirme querido y aceptado, cosa que si bien no es nuevo el que me quieran y me acepten, sí es novedoso que lo sienta y, lo que es mejor, siento que esa sensación es natural.
Por fin, he dejado de pensar en negativo y positivizarme de vez en cuando...

No sé, quizá la alegría se contagie y quizá esté padeciendo la contagiosa alegría de vivir... ¿quién sabe? ¿Acaso me importa?

¿Por qué será que siento una felicidá inexplicable? Que dure, que dure...., ¿por qué será que siento que tengo en mi mano el poder que lo haga durar?

¿Somos todos realmente dueños de nuestra felicidá y no nos damos cuenta...?

Felicidá... ¡qué bonito nombre tienes!

P.D: Tengo una nueva idea para una obra...